Posiblemente, al visitar una tienda de pinturas te habrás preguntado, ¿de dónde salen estos nombres? Esa misma interrogante puede surgir cuando pasas frente a la sección de productos de belleza en una tienda por departamentos, ¿quién se dedica a ponerle los nombres a los esmaltes de uñas o lápices labiales?
El objetivo es que los nombres sean simples, a la vez que el consumidor logre visualizar como quedarán los colores cuando sean aplicados. Esto es parte de la serie de responsabilidades del equipo de mercadeo y desarrollo de una marca, lo que llamamos “naming”.
El “naming” se refiere al proceso creativo mediante el cual se le da nombre a una marca, producto, negocio, organización o concepto promocional. Este es uno de los retos más grandes que enfrentan los emprendedores que lanzan una marca o los gerentes de marcas que desarrollan un concepto promocional. ¿Qué nombre le ponemos?
El nombre debe comunicar y construir la personalidad, los valores y la voz de la marca. Además, debe ser memorable y causar impacto. Es por esto que el proceso de “naming” es un reto, la clave es decir mucho en pocas palabras.
Los principios básicos del “naming” son:
Invertir en una estrategia de “naming” es invertir en el valor de la marca. Un buen nombre no puede hacer que un mal producto sea bueno, sin embargo, un buen producto con un buen nombre hará que la experiencia del usuario sea memorable y que termine adoptando la marca.
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